Discurso del presidente legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador, en la Asamblea General por la Defensa de la Constitución y del Petróleo, realizada frente a la Torre de Petróleos
Amigas y amigos:
Estamos aquí juntos, una vez más, en este día de la Bandera Nacional, símbolo de la libertad y de la independencia de nuestro país, para reafirmar la decisión de millones de mexicanos de no permitir bajo ninguna circunstancia que se privatice la industria petrolera en beneficio de particulares, nacionales o extranjeros.
Hace 70 años, en 1938, el presidente Lázaro Cárdenas del Río, expropió la industria petrolera y con esa decisión histórica, ese gran estadista, no sólo hizo valer la soberanía nacional, sino que abrió un nuevo horizonte a la economía del país. Desde entonces, en buena medida, México se ha desarrollado por el dominio que la nación ejerce sobre el petróleo y de eso, también, dependerá el futuro de nuestro pueblo.
Para sacar al país y a nuestro pueblo del atraso y la pobreza, es indispensable desterrar la corrupción de la que se alimentan y nutren mutuamente el poder económico y el poder político de México. Pero también es posible darle nueva viabilidad a la nación y garantizar el bienestar de los mexicanos, utilizando dos recursos fundamentales: la vocación de trabajo de nuestro pueblo y el uso racional de los energéticos, en particular del petróleo.
El principal recurso del país es su gente: noble, generosa, creativa y trabajadora. No olvidemos que somos herederos de una cultura milenaria y de ahí dimana la mística de trabajo de nuestro pueblo. Tengamos presente el ejemplo de los que por necesidad se han tenido que ir a Estados Unidos, allá logran con esfuerzo salir adelante. Ya están enviando remesas, cada año, a sus familiares por 25 mil millones de dólares. Si el pueblo de México fuese un pueblo flojo, indolente, no mejoraría en ninguna parte.
Desgraciadamente, aquí, no hay oportunidades; desde hace mucho tiempo no hay movilidad social; antes el hijo del campesino, el hijo del obrero, del comerciante, del profesionista, podían progresar con el estudio o con el trabajo. Ahora está cancelado el futuro para las mayorías.
Sin embargo, estamos seguros que cuando transformemos a México y se termine la opresión, nuestro pueblo desatará toda su creatividad, su talento y laboriosidad para engrandecer a nuestra patria.
Pero esta cultura extraordinaria de responsabilidad y trabajo, aunque es muy importante, no es suficiente. Hace falta también apoyarnos en la utilización del petróleo como palanca del desarrollo nacional. Con el petróleo bien administrado podemos industrializar a México, crear empleos, abaratar el precio del gas, la gasolina y la electricidad, fortalecer nuestro mercado interno y garantizar el bienestar de la población.
Ahora bien, conviene preguntarnos por qué si contamos con este recurso estratégico, que pocas naciones poseen y que es el motor de la economía mundial, los gobiernos neoliberales en vez de convertir a México en una potencia energética, han dejado de invertir en exploración, en refinación, en petroquímica, en investigación y desarrollo tecnológico, y nuestro país se ha convertido en exportador de crudo e importador de productos con mayor valor agregado.
La respuesta, aunque parezca increíble es que, desde hace 25 años, todos los gobernantes han mantenido como dogma, la idea fija el privatizar a Pemex, y no les ha importado arruinar a la industria petrolera para tener el pretexto de convertirla en un negocio de particulares.
Tengamos en cuenta que la política económica neoliberal, no sólo ha empobrecido a la mayoría de los mexicanos, sino que ha propiciado la entrega de recursos y empresas públicas para provecho de unos cuantos.
Desde 1983, han pasado a manos de particulares más de mil empresas públicas. Muchas de ellas de gran importancia, ya entregaron Teléfonos de México, Ferrocarriles Nacionales, las minas, los aeropuertos, las dos líneas aéreas, los bancos. Han privatizado el 35 por ciento de la industria eléctrica nacional y ahora quieren montarse en el negocio del petróleo.
Toda esta venta de activos del patrimonio nacional ni siquiera se ha traducido en mayor crecimiento económico, ni en mejores condiciones de vida para los mexicanos; por el contrario, la economía ha permanecido estancada y no se han generado empleos. Por ello, nos hemos convertido en el país del mundo que más mano de obra exporta, expulsa, al extranjero.
Hoy el salario mínimo es menor, en términos reales, que en 1980. De entonces a la fecha, la deuda pública pasó de 80 mil millones de dólares a 300 mil millones de dólares. Y lo más dramático, es que se padece de una monstruosa desigualdad económica y social.
A la luz de estos hechos debemos entender el por qué, sin ninguna justificación técnica, financiera o administrativa, el gobierno usurpador ahora pretende privatizar el petróleo.
Aquí reiteramos que es falso que falte dinero o tecnología para modernizar la industria petrolera. Debe saberse que Pemex, a pesar de la corrupción y del mal manejo, es la empresa más rentable del país (extraer un barril de petróleo nos cuesta 4 dólares y se vende hasta en 80 dólares). Pemex es la segunda petrolera con mayor flujo de efectivo del mundo. Los impuestos que pagó el año pasado, fueron de 60 millones de dólares, equivalentes al 38 por ciento del presupuesto del gobierno federal, y a más de tres veces, lo que pagaron de Impuesto Sobre la Renta, todas las empresas privadas del país.
En cuanto a la tecnología es mentira que, irremediablemente, tengamos que asociarnos con empresas extranjeras y no se pueda contratar. Además hay trabajadores, técnicos, geólogos e ingenieros petroleros mexicanos con mucha experiencia. Sólo los tecnócratas acomplejados y vende patrias, pueden argumentar que hoy Pemex no puede y que su entrega al sector privado, nacional y extranjero, es la única salvación.
No aceptamos, que se oiga bien y que se oiga lejos, nada que tenga que ver con privatizar Pemex o compartir la renta petrolera. Tampoco aceptamos eufemismos que pretendan ocultar ese propósito. Para nosotros asociación con empresas extranjeras, bajo el pretexto que no hay tecnología, es privatización; el poner acciones de Pemex en la Bolsa de Valores o la llamada democratización del capital, es privatización; permitir la entrada del capital, nacional o extranjero en la refinación, es privatización; y aquí quiero también dejar en claro que la socorrida autonomía de gestión para que un consejo de administración “profesional” decida, supuestamente con independencia, el futuro de Pemex, también es privatización.
Es más, esto huele a lo que querían hacer con el SAT, antes de las elecciones del 2006; es decir, dejar la política de ingresos en manos de los potentados para evitar que desde el Poder Ejecutivo se promoviera una verdadera reforma fiscal. O a lo mejor quieren una especie de IFE, que supuestamente se maneja con independencia, cuando todos sabemos que sus integrantes no son más que empleados del PRIAN. Y por si fuera poco, todo ello es violatorio de la Constitución. Los recursos energéticos no son del Estado ni mucho menos del gobierno, pertenecen a la nación. Son recursos de todos los mexicanos.
Si realmente quieren fortalecer a Pemex, no hace falta modificar el marco legal, es cosa de reducir el gasto burocrático y terminar con los privilegios de los altos funcionarios públicos, para destinarle más recursos económicos; o cuando menos, entregarle los excedentes que se obtienen por los precios altos del petróleo, lo cual significaría aumentar al doble la inversión actual de este organismo, sin endeudamiento.
Pero sobre todo, lo que realmente hace falta es combatir la corrupción, empezando por hacer una auditoría, en la cual, entre otras cosas, se aclare la relación que existe de Felipe Calderón, Mouriño y Elías Ayub, con empresas extranjeras.
Ahí está el caso del reciente contrato de compra de gas a Repsol de España, por 15 mil millones de dólares, asignado sin que se presentara ninguna otra oferta y con gas extraído en Perú y revendido a la Comisión Federal de Electricidad a precios elevadísimos.
Al mismo tiempo que se están quemando en la sonda de Campeche, en el complejo Cantarell, 700 millones de pies cúbicos de gas por día, porque no han querido, ni les conviene resolver el problema de la contaminación originada por la inyección de nitrógeno a los pozos petroleros. Esta irracionalidad no sólo ocasiona un daño ecológico, sino la pérdida de gas equivalente al 70 por ciento de todo lo que se compra en el extranjero.
Ante todo esto, vale la pena que se sepa quién es Juan Camilo Mouriño, el actual Secretario de Gobernación y principal promotor de la privatización de Pemex. Este funcionario es un traficante de influencias, como lo demuestra el hecho de que, siendo presidente de la Comisión de Energía en la Cámara de Diputados y posteriormente Subsecretario en la Secretaría de Energía, con Felipe Calderón, obtuvo de Pemex contratos millonarios mediante el procedimiento de adjudicación directa para beneficio de su empresa familiar.
Al respecto, voy a entregar en estos momentos a los Coordinadores Parlamentarios del Frente Amplio Progresista, toda la documentación que poseo: minutas, contratos y datos técnicos que demuestran lo que estoy afirmando y que deben servir a nuestros legisladores para pedir, tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, la realización de las auditorías correspondientes.
Así mismo, convoco a servidores públicos, trabajadores petroleros, técnicos, empresarios y a todos los ciudadanos, a que aporten información sobre estos negocios realizados al amparo del poder público.
No le demos vuelta al asunto. Detrás de la pretensión de privatizar a Pemex, está la codicia de las minorías rapaces y de funcionarios corruptos. Estos derechistas inmorales ignoran lo que decía don Jesús Reyes Heroles. Don Jesús afirmaba que: “Los únicos negocios que a los políticos o funcionarios nos deben interesar, son los negocios públicos”.
Nunca, como ahora, es tan aplicable la frase de Bertold Brecht, según la cual “el peor de todos los ladrones, es el político corrupto, lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.
Amigas y amigos:
Defendamos el petróleo y la Constitución. Apoyemos el plan de resistencia civil pacífica que se ha dado a conocer para actuar de inmediato en caso de que quieran privatizar el petróleo. No nos confiemos.
Aunque estén diciendo que no va a haber privatización, recordemos que eso mismo decían con el Fobaproa y cuando el Desafuero; actuemos de manera precavida; no olvidemos que recientemente, con la reforma a la Ley del ISSSTE, en 72 horas los legisladores del PRI y del PAN llevaron a cabo este agravio a los Trabajadores al Servicio del Estado.
Por eso, desde ahora, hagamos asambleas públicas, informemos a la gente y formemos las brigadas para la defensa del petróleo.
Si antes no es necesario, el 18 de marzo, a las 5 de la tarde, nos volveremos a reunir en el zócalo de la ciudad. Les pido que nos ayuden a convocar a más gente, que hagamos el compromiso de que cada uno invite, cuando menos, a tres personas más y, desde luego, que para entonces estén presentes todos los brigadistas.
Nosotros queremos la paz y por eso vamos a defender el petróleo. Si se entrega la renta petrolera a particulares, nacionales y extranjeros, no habrá forma de mejorar las condiciones de vida y de trabajo del pueblo y se estaría cancelando la posibilidad de transformar a México por la vía pacífica.
El despojo del petróleo dejaría latente el riesgo de una confrontación violenta, lo cual nos puede llevar a más sufrimiento, inestabilidad política y social, al predominio del uso de la fuerza y no necesariamente a la emancipación del pueblo.
Por eso es preferible actuar ahora y no permitir que la derecha termine por desestabilizar al país. Nosotros no queremos la violencia. Nosotros vamos a transformar a México por la vía pacífica. Nosotros vamos a seguir actuando de manera responsable, pero con firmeza y patriotismo.
Antes de terminar quiero expresar mi más absoluto desacuerdo con la reforma Judicial que, entre otras barbaridades, pretende autorizar el allanamiento a los domicilios, desapareciendo garantías individuales que consagra la Constitución.
También solicito, de manera respetuosa, a los dirigentes de los tres partidos del Frente Amplio Progresista, que se exploren todas las posibilidades legales hasta lograr la libertad de los presos de Atenco, de Flavio Sosa y de todos aquellos, hombres y mujeres, que están encarcelados por motivos políticos o sociales.
Amigas y amigos:
En 1938, el pueblo, no sólo respaldó políticamente al general Cárdenas, sino que contribuyó con sus recursos para el pago de las indemnizaciones.
Por eso más allá de lo que establece el Artículo 27 constitucional, está muy arraigada en la conciencia popular que el petróleo es de todos los mexicanos.
A nosotros nos corresponde defender esta conquista histórica. Hagamos el compromiso de no permitir que la derecha y sus aliados del PRI, nos regresen al porfiriato y nos conviertan en colonia.
¡El pueblo tiene la palabra!
¡La patria no se vende, se defiende!
¡En la democracia el pueblo manda!
¡Viva México!
¡Viva la Bandera Nacional!
¡Viva la Expropiación Petrolera!
Amigas y amigos:
Estamos aquí juntos, una vez más, en este día de la Bandera Nacional, símbolo de la libertad y de la independencia de nuestro país, para reafirmar la decisión de millones de mexicanos de no permitir bajo ninguna circunstancia que se privatice la industria petrolera en beneficio de particulares, nacionales o extranjeros.
Hace 70 años, en 1938, el presidente Lázaro Cárdenas del Río, expropió la industria petrolera y con esa decisión histórica, ese gran estadista, no sólo hizo valer la soberanía nacional, sino que abrió un nuevo horizonte a la economía del país. Desde entonces, en buena medida, México se ha desarrollado por el dominio que la nación ejerce sobre el petróleo y de eso, también, dependerá el futuro de nuestro pueblo.
Para sacar al país y a nuestro pueblo del atraso y la pobreza, es indispensable desterrar la corrupción de la que se alimentan y nutren mutuamente el poder económico y el poder político de México. Pero también es posible darle nueva viabilidad a la nación y garantizar el bienestar de los mexicanos, utilizando dos recursos fundamentales: la vocación de trabajo de nuestro pueblo y el uso racional de los energéticos, en particular del petróleo.
El principal recurso del país es su gente: noble, generosa, creativa y trabajadora. No olvidemos que somos herederos de una cultura milenaria y de ahí dimana la mística de trabajo de nuestro pueblo. Tengamos presente el ejemplo de los que por necesidad se han tenido que ir a Estados Unidos, allá logran con esfuerzo salir adelante. Ya están enviando remesas, cada año, a sus familiares por 25 mil millones de dólares. Si el pueblo de México fuese un pueblo flojo, indolente, no mejoraría en ninguna parte.
Desgraciadamente, aquí, no hay oportunidades; desde hace mucho tiempo no hay movilidad social; antes el hijo del campesino, el hijo del obrero, del comerciante, del profesionista, podían progresar con el estudio o con el trabajo. Ahora está cancelado el futuro para las mayorías.
Sin embargo, estamos seguros que cuando transformemos a México y se termine la opresión, nuestro pueblo desatará toda su creatividad, su talento y laboriosidad para engrandecer a nuestra patria.
Pero esta cultura extraordinaria de responsabilidad y trabajo, aunque es muy importante, no es suficiente. Hace falta también apoyarnos en la utilización del petróleo como palanca del desarrollo nacional. Con el petróleo bien administrado podemos industrializar a México, crear empleos, abaratar el precio del gas, la gasolina y la electricidad, fortalecer nuestro mercado interno y garantizar el bienestar de la población.
Ahora bien, conviene preguntarnos por qué si contamos con este recurso estratégico, que pocas naciones poseen y que es el motor de la economía mundial, los gobiernos neoliberales en vez de convertir a México en una potencia energética, han dejado de invertir en exploración, en refinación, en petroquímica, en investigación y desarrollo tecnológico, y nuestro país se ha convertido en exportador de crudo e importador de productos con mayor valor agregado.
La respuesta, aunque parezca increíble es que, desde hace 25 años, todos los gobernantes han mantenido como dogma, la idea fija el privatizar a Pemex, y no les ha importado arruinar a la industria petrolera para tener el pretexto de convertirla en un negocio de particulares.
Tengamos en cuenta que la política económica neoliberal, no sólo ha empobrecido a la mayoría de los mexicanos, sino que ha propiciado la entrega de recursos y empresas públicas para provecho de unos cuantos.
Desde 1983, han pasado a manos de particulares más de mil empresas públicas. Muchas de ellas de gran importancia, ya entregaron Teléfonos de México, Ferrocarriles Nacionales, las minas, los aeropuertos, las dos líneas aéreas, los bancos. Han privatizado el 35 por ciento de la industria eléctrica nacional y ahora quieren montarse en el negocio del petróleo.
Toda esta venta de activos del patrimonio nacional ni siquiera se ha traducido en mayor crecimiento económico, ni en mejores condiciones de vida para los mexicanos; por el contrario, la economía ha permanecido estancada y no se han generado empleos. Por ello, nos hemos convertido en el país del mundo que más mano de obra exporta, expulsa, al extranjero.
Hoy el salario mínimo es menor, en términos reales, que en 1980. De entonces a la fecha, la deuda pública pasó de 80 mil millones de dólares a 300 mil millones de dólares. Y lo más dramático, es que se padece de una monstruosa desigualdad económica y social.
A la luz de estos hechos debemos entender el por qué, sin ninguna justificación técnica, financiera o administrativa, el gobierno usurpador ahora pretende privatizar el petróleo.
Aquí reiteramos que es falso que falte dinero o tecnología para modernizar la industria petrolera. Debe saberse que Pemex, a pesar de la corrupción y del mal manejo, es la empresa más rentable del país (extraer un barril de petróleo nos cuesta 4 dólares y se vende hasta en 80 dólares). Pemex es la segunda petrolera con mayor flujo de efectivo del mundo. Los impuestos que pagó el año pasado, fueron de 60 millones de dólares, equivalentes al 38 por ciento del presupuesto del gobierno federal, y a más de tres veces, lo que pagaron de Impuesto Sobre la Renta, todas las empresas privadas del país.
En cuanto a la tecnología es mentira que, irremediablemente, tengamos que asociarnos con empresas extranjeras y no se pueda contratar. Además hay trabajadores, técnicos, geólogos e ingenieros petroleros mexicanos con mucha experiencia. Sólo los tecnócratas acomplejados y vende patrias, pueden argumentar que hoy Pemex no puede y que su entrega al sector privado, nacional y extranjero, es la única salvación.
No aceptamos, que se oiga bien y que se oiga lejos, nada que tenga que ver con privatizar Pemex o compartir la renta petrolera. Tampoco aceptamos eufemismos que pretendan ocultar ese propósito. Para nosotros asociación con empresas extranjeras, bajo el pretexto que no hay tecnología, es privatización; el poner acciones de Pemex en la Bolsa de Valores o la llamada democratización del capital, es privatización; permitir la entrada del capital, nacional o extranjero en la refinación, es privatización; y aquí quiero también dejar en claro que la socorrida autonomía de gestión para que un consejo de administración “profesional” decida, supuestamente con independencia, el futuro de Pemex, también es privatización.
Es más, esto huele a lo que querían hacer con el SAT, antes de las elecciones del 2006; es decir, dejar la política de ingresos en manos de los potentados para evitar que desde el Poder Ejecutivo se promoviera una verdadera reforma fiscal. O a lo mejor quieren una especie de IFE, que supuestamente se maneja con independencia, cuando todos sabemos que sus integrantes no son más que empleados del PRIAN. Y por si fuera poco, todo ello es violatorio de la Constitución. Los recursos energéticos no son del Estado ni mucho menos del gobierno, pertenecen a la nación. Son recursos de todos los mexicanos.
Si realmente quieren fortalecer a Pemex, no hace falta modificar el marco legal, es cosa de reducir el gasto burocrático y terminar con los privilegios de los altos funcionarios públicos, para destinarle más recursos económicos; o cuando menos, entregarle los excedentes que se obtienen por los precios altos del petróleo, lo cual significaría aumentar al doble la inversión actual de este organismo, sin endeudamiento.
Pero sobre todo, lo que realmente hace falta es combatir la corrupción, empezando por hacer una auditoría, en la cual, entre otras cosas, se aclare la relación que existe de Felipe Calderón, Mouriño y Elías Ayub, con empresas extranjeras.
Ahí está el caso del reciente contrato de compra de gas a Repsol de España, por 15 mil millones de dólares, asignado sin que se presentara ninguna otra oferta y con gas extraído en Perú y revendido a la Comisión Federal de Electricidad a precios elevadísimos.
Al mismo tiempo que se están quemando en la sonda de Campeche, en el complejo Cantarell, 700 millones de pies cúbicos de gas por día, porque no han querido, ni les conviene resolver el problema de la contaminación originada por la inyección de nitrógeno a los pozos petroleros. Esta irracionalidad no sólo ocasiona un daño ecológico, sino la pérdida de gas equivalente al 70 por ciento de todo lo que se compra en el extranjero.
Ante todo esto, vale la pena que se sepa quién es Juan Camilo Mouriño, el actual Secretario de Gobernación y principal promotor de la privatización de Pemex. Este funcionario es un traficante de influencias, como lo demuestra el hecho de que, siendo presidente de la Comisión de Energía en la Cámara de Diputados y posteriormente Subsecretario en la Secretaría de Energía, con Felipe Calderón, obtuvo de Pemex contratos millonarios mediante el procedimiento de adjudicación directa para beneficio de su empresa familiar.
Al respecto, voy a entregar en estos momentos a los Coordinadores Parlamentarios del Frente Amplio Progresista, toda la documentación que poseo: minutas, contratos y datos técnicos que demuestran lo que estoy afirmando y que deben servir a nuestros legisladores para pedir, tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, la realización de las auditorías correspondientes.
Así mismo, convoco a servidores públicos, trabajadores petroleros, técnicos, empresarios y a todos los ciudadanos, a que aporten información sobre estos negocios realizados al amparo del poder público.
No le demos vuelta al asunto. Detrás de la pretensión de privatizar a Pemex, está la codicia de las minorías rapaces y de funcionarios corruptos. Estos derechistas inmorales ignoran lo que decía don Jesús Reyes Heroles. Don Jesús afirmaba que: “Los únicos negocios que a los políticos o funcionarios nos deben interesar, son los negocios públicos”.
Nunca, como ahora, es tan aplicable la frase de Bertold Brecht, según la cual “el peor de todos los ladrones, es el político corrupto, lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.
Amigas y amigos:
Defendamos el petróleo y la Constitución. Apoyemos el plan de resistencia civil pacífica que se ha dado a conocer para actuar de inmediato en caso de que quieran privatizar el petróleo. No nos confiemos.
Aunque estén diciendo que no va a haber privatización, recordemos que eso mismo decían con el Fobaproa y cuando el Desafuero; actuemos de manera precavida; no olvidemos que recientemente, con la reforma a la Ley del ISSSTE, en 72 horas los legisladores del PRI y del PAN llevaron a cabo este agravio a los Trabajadores al Servicio del Estado.
Por eso, desde ahora, hagamos asambleas públicas, informemos a la gente y formemos las brigadas para la defensa del petróleo.
Si antes no es necesario, el 18 de marzo, a las 5 de la tarde, nos volveremos a reunir en el zócalo de la ciudad. Les pido que nos ayuden a convocar a más gente, que hagamos el compromiso de que cada uno invite, cuando menos, a tres personas más y, desde luego, que para entonces estén presentes todos los brigadistas.
Nosotros queremos la paz y por eso vamos a defender el petróleo. Si se entrega la renta petrolera a particulares, nacionales y extranjeros, no habrá forma de mejorar las condiciones de vida y de trabajo del pueblo y se estaría cancelando la posibilidad de transformar a México por la vía pacífica.
El despojo del petróleo dejaría latente el riesgo de una confrontación violenta, lo cual nos puede llevar a más sufrimiento, inestabilidad política y social, al predominio del uso de la fuerza y no necesariamente a la emancipación del pueblo.
Por eso es preferible actuar ahora y no permitir que la derecha termine por desestabilizar al país. Nosotros no queremos la violencia. Nosotros vamos a transformar a México por la vía pacífica. Nosotros vamos a seguir actuando de manera responsable, pero con firmeza y patriotismo.
Antes de terminar quiero expresar mi más absoluto desacuerdo con la reforma Judicial que, entre otras barbaridades, pretende autorizar el allanamiento a los domicilios, desapareciendo garantías individuales que consagra la Constitución.
También solicito, de manera respetuosa, a los dirigentes de los tres partidos del Frente Amplio Progresista, que se exploren todas las posibilidades legales hasta lograr la libertad de los presos de Atenco, de Flavio Sosa y de todos aquellos, hombres y mujeres, que están encarcelados por motivos políticos o sociales.
Amigas y amigos:
En 1938, el pueblo, no sólo respaldó políticamente al general Cárdenas, sino que contribuyó con sus recursos para el pago de las indemnizaciones.
Por eso más allá de lo que establece el Artículo 27 constitucional, está muy arraigada en la conciencia popular que el petróleo es de todos los mexicanos.
A nosotros nos corresponde defender esta conquista histórica. Hagamos el compromiso de no permitir que la derecha y sus aliados del PRI, nos regresen al porfiriato y nos conviertan en colonia.
¡El pueblo tiene la palabra!
¡La patria no se vende, se defiende!
¡En la democracia el pueblo manda!
¡Viva México!
¡Viva la Bandera Nacional!
¡Viva la Expropiación Petrolera!
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